POSSESSOR (2020)

@luznegracine proyecta “POSSESSOR” (2020) de Brandon Cronenberg.

Una agente de inteligencia paraestatal se infiltra en las mentes de otros para convertirlos en armas letales contra el poder real.

¿Cuál es la técnica del terrorismo futuro en una realidad subsumida completamente por algoritmos?

¿Cómo mantener unidas la identidad a la cordura cuando el dispositivo tecnológico tiene la facultad de ponerte más allá de tu cuerpo y de la muerte?

Alguien escucha el sonido de la mente estrellándose contra el fondo del cuerpo.

🎟️ Entrada + mini poster $600
Reserva tu lugar al alias aguijondelanoche

Viernes 25/8 a las 21 hs en @clubdeartetempuja
Cerrito 56, #Bernal

THE DEVILS (1971)

seguinos en @luznegracine

“The Devils” se clasifica como dentro del subgénero nunsploitation, parte del cine europeo de explotación en auge en la década del setenta. Pero ¿qué explota este tipo de cine? Lo mismo que el capitalismo: cuerpos e imágenes de cuerpos que se categorizan para ser más fácilmente estandarizados, difundidos y consumidos. Sus títulos concentran el valor del morbo, historias de moral cuestionable donde la violencia, los consumos problemáticos y el sexo se vuelven mercancía muy redituable.

El nunsploitation se especializa en la explotación estetizada de la violencia y la sexualidad reprimida de los conventos religiosos, según el consumo de época.

Pero Ken Russell hace algo mucho más valioso que esto en 1971 con “The Devils”, porque realiza artísticamente y visualmente lo que Aldous Huxley compiló y analizó en su exhaustivo libro Los demonios de Loudun (1952). Este ensayo denso en documentos sobre la historia de transgresiones morales y políticas del Padre Urbano Grandier, su vida sexual y política, ligada al caso de posesión diabólica más grande del que la iglesia católica haya dejado constancia: el de la madre Juana, priora del convento de las ursulinas de Loudun, Francia, que arrastró a toda la orden religiosa por su propia pulsión reprimida y no correspondida.

Russell no sólo narra la cruzada  erotico-mística de Grandier, sino su rol político en la ciudad de Loudun contra la corona, en la Francia del siglo XVI, así como también el complejo entramado de intereses alrededor del cardenal Richelieu, los sacerdotes exorcistas católicos y las vejaciones de las que hicieron víctima a las monjas ursulinas. 

El deseo en Grandier se tensa hasta consumarse y consumirse. El despecho de su amante lo condenará con motivos fundados, aunque la represalia borre todo vestigio de humanidad y justicia.  

El desenfreno de las escenas, herederas del teatro, de Goya y Sade, eleva la sordidez y el erotismo del episodio real a las Alturas, con mayúsculas. 

La vida interior de Sor Juana de Los Ángeles se ve asediada por la pasión que despierta en ella la contemplación de la figura de Grandier. Él nunca repara en ella, y esa es la herida que se abre para tragárselo todo. Una tensión sexual que el claustro no puede contener y que tomará la forma diabólica de la injuria y la condena infernal en la tierra, tanto de las monjas todas como del mismo Grandier. Es que la iglesia no tolera el goce del cuerpo fuera de la mecánica animal y procreadora, ya que según el Génesis, la naturaleza toda debe someterse al hombre. 

Ese poder ontológico del hombre se denomina patriarcado y es la misma estructura que catapulta a Grandier al púlpito, el de la prédica, primero, y el de los condenados, después. 

Esa estructura de poder es la que permite que la Madre Juana lleve adelante su venganza a partir de acusar a Grandier de pactar con el diablo o incluso de serlo, aunque para ser conducida hasta el encuentro de su objeto de deseo, tanto éste como ella misma deban ser destruidos. 

La mecánica de la represión excesiva del cuerpo y la doctrina sacrificial es la que conduce a los corderos a convertirse en lobos de sí mismos. 

El patriarcado envía entonces a sus delegados para interrogar y controlar mediante el escarmiento tradicional a las jóvenes del convento. Pero los exorcistas de este film están trastocados por la heroina. Son presentados por Russell como “rockstars” revelando la proveniencia de la ritualistica devocional anterior a Jim Morrison y Ozzy Osborne. 

Sobre todo por estas libertades interpretativas fuera de canon epocal es que “The Devils” puede pensarse como inscrita en el nunsploitation, pero la misma plantea una crítica profunda a la iglesia católica y al poder, del deseo y del Estado y lo actualizan en una década de transgresiones y tensión política antisistema. 

Quizás por ese estado alterado de los personajes y de la mirada del director, respecto de una propuesta estética ligada al teatro profano, poco conocido, puede ser leída (y lo fue) como una nueva forma de explotación del erotismo y la sexualidad acorde al canon del cine de explotación. Sin embargo, creo que en el caso de esta obra sería erróneo relegarla a ese casillero. La película ridiculiza al poder en sus miserias, pero también desnuda su monstruosidad con maestría escritural y una imaginería riquísima. 

Logra construir a personajes tan humanos como estilizados hasta el fantástico, y la tortuosidad de la tragedia no recae en una promoción morbosa, sino que la evidencian y la condenan como una pulsión cruel, sólo estimulante para perversos, como quienes son retratados por el film. 

El antecedente cinematográfico de esta película es “Mother Joan of Angels” (1961) del polaco Jerzy Kawalerowicz que adapta la novela homónima de Jaroslaw Iwaszkiewicz sobre el mismo episodio histórico que la obra de Huxley y Russell, pero que se circunscribe a la relación entre el monje exorcista y Juana, la ex priora del convento. Esta película inaugura, además, el nunsploitation, aunque con un tono mesurado y romántico, que va in crescendo, pasando por el salvajismo de “The Demons” y otras dos películas sobre claustro, sexo y violencia, realizadas por Jesus Franco en la misma década del setenta, hasta la belleza disruptiva y actual de “Benedetta”, la última de Paul Verhoeven. 

POSSESSION (1983)

LUZNEGRA proyecta “POSSESSION” (una mujer poseída) este domingo 19hs con Isabelle Adjani y Sam Neil en el filme más atribulado de Andrzej Zulawski.

¿Cine bello y siniestro? Éste.
Domingo 25-6 19hs en @casajinete Bernardo de Irigoyen 1975, #Quilmes

KURONEKO (1968)

Sinopsis: Dos mujeres son violadas y asesinadas por soldados samuráis. Pronto reaparecen como fantasmas vengativos que seducen y asesinan brutalmente a los samuráis que pasan.

Dirección Kaneto Shindô | Guión Kaneto Shindô

Reparto principal Kichiemon Nakamura,Nobuko Otowa,Kei Satô

La paz del estío se ve interrumpida por un numeroso grupo de soldados, más semejantes a alimañas del bosque que a hombres.

Asaltan la choza de dos campesinas, las fuerzan y sacian su apetito con todo lo que la vista y la carne alcanza a tomar. La casa sahuma y arde. Se convierte en brasa que envuelve dos cuerpos cenicientos.

Se presenta un maullido lastimoso y detrás, la silueta de un gato negro. Se mezcla entre los cuerpos grises de las mujeres asesinadas y bebe la sangre de sus gargantas. En ese acto se sella un destino de maldiciones mudas.

Kaneto Shindô entrama el exacto revés de la honorabilidad de los samurai de Akira Kurosawa, desde esta primer escena del film hasta la cita de la Puerta de Rashomon, donde acechan fantasmas de venganza.

La película es un hechizo cuya receta se desenvuelve por tramos pausados, como en un pergamino de leyenda que se desplegara en imágenes con principio y fin preestablecidos por una fuerza superior a toda figura humana. Una secuencia de actos coreografiados por un titiritero invisible avanza en un arrebato vampírico contra toda dignidad. El hambre tiene la forma de un gato negro que ocupa toda la pantalla y lleva adelante la venganza de la servidumbre sobre los opresores.

Así como en su vida estas campesinas eran para los señores feudales mucho menos que personas, sus figuras pálidas son tomadas en esta segunda vida como marionetas de la oscuridad, presas de otra forma de servidumbre pautada por el hambre: la prostitución y la complacencia del deseo.

La negrura de un gato grande como la noche completa los vacíos del bosque de bambú, como una manifestación de la naturaleza que se opone a la ley de los hombres. Cada samurai que atraviesa el bosque en la noche es seducido y guiado a una casa, donde bebe hasta ser bebido por las mujeres-fantasma.

Las yōkai dicen saciar su sed de venganza sólo con sangre de samurai.

La trama se anuda en el punto en que, quien fuera hijo y esposo de las mujeres asesinadas, retorna a casa después de la guerra, también en su segunda vida: ahora es un samurai.

El hombre añora el cuerpo de su esposa y las atenciones de una madre, ¿pero son ellas quienes se presentan ante él? Y el salvaje guerrero revestido ahora de seda ¿es culpable de ensanchar el hambre del gato-demonio al que ellas están prometidas?

INVASION OF THE BODY SNATCHERS (1978) + THE HITCHER (1986)

Este domingo se proyecta @luznegracine en doble programa: LA INVASION DE LOS USURPADORES DE CUERPOS + CARRETERA AL INFIERNO en @casajinete y con entrada libre.
Dos peliculones donde lo siniestro va in crescendo en la ciudad pero también en la soledad de la ruta. @santiagocaruso.art armó un combo explosivo con dos maravillas del cine donde podrán disfrutar a Sutterland, #Goldblum#Nimoy, Hauer, Addams.
#Cine, no papilla mental.

Bernardo de Irigoyen 1975 – Quilmes

SECONDS (1966) + INFINITY POOL (2022)

Infinity Pool” (2023) es el tercer film de Brando Cronenberg y el más reciente que, creo, retoma la hebra de “Seconds” (1966) de John Frankenhaimer. la entrama de una forma que habría sido inaceptable para el cine de los sesentas, pero que en el terror contemporáneo hacen posible una reflexión sobre cómo la clase dominante usó y usa el poder de la riqueza para llevar los límites de la explotación de todo, incluso del propio cuerpo más allá de sus límites.

En “Seconds”, conocida en España como Plan diabólico y El otro Sr. Hamilton en Hispanoamérica, el Sr. Hamilton es arrastrado por la voz de un amigo tan viejo como él, a tomar una nueva “imagen” con la que impostar una corporalidad y vínculos sociales, empoderados según el paradigma de la década del 60: “Tony” Wilson, un joven y atlético sujeto inclinado a la pintura posmoderna. Aún invitado a tomar parte en una bacanal con una piscina de alcohol incluida, nuestro protagonista cambia de rostro y de nombre, pero nunca puede dejar atrás su identidad consciente. Su yo sigue siendo un conservador, formado en la primera mitad del siglo XX. Por más que el alcohol borre los márgenes de su identidad, el proyecto de cambio de vida termina diluyéndose en un vaso colmado de paranoia. 

Seconds

«Seconds» abre con una secuencia de títulos que enrarece la mirada, realizada por la maestría de Saul y Elaine Bass, quienes estuvieron a cargo de otras secciones introductorias, como de Vertigo, Psycho, Anatomy of a Murder y muchas otras gemas del cine.

Descrita por Frankenheimer como «impresionante», la secuencia parece ser el resultado de efectos técnicos de última generación, pero de hecho el proceso no podría haber sido más simple: fotografiaron el reflejo de una fisonomía perfectamente normal en láminas de aluminio que fueron manipuladas para crear distorsiones. 

www.artofthetitle.com

“Infinity pool” de Brandon Cronenberg, también tiene una secuencia de títulos con una buena puesta tipográfica, pero es en las secuencias en que los personajes liberan su violencia y copulan bajo al influencia de un poderoso alucinógeno, donde la distorsión de la forma de los cuerpos, su fusión y abstracción, alude o recuerda de modo más cercano a la intro realizada por los Bass, sesenta años antes.

Pero si bien este nuevo film también trabaja sobre los problemas de la identidad, no los piensa desde la pérdida de la imagen exterior, sino por la fluidez del yo. En la medida en que James, un pseudo escritor estancado y falto de inspiración, discurre sin contención alguna en el devenir de su estadía de placer, su vínculo de pareja y su deseo se vuelven fluidos, sin cauce, sin fin, sin sentido. 

A lo largo de la película, la idea de la piscina infinita (infinity pool) se despliega en espiral ya desde la segunda toma, desde el espejo de agua de un resort de lujo mezclándose con el azul del cielo y con el mar otra vez. Luego vemos cómo se expande más allá de los límites del hotel por intrincadas cañerías que trepan a cielo abierto hasta llegar como extremo a su antítesis: la cárcel. Una condena a muerte se presenta allí como el final de ese fluir, hasta que la verdadera dimensión de lo siniestro se revela, precisamente, en la transgresión de la muerte. 

El alcohol o las drogas funcionan como extralimitadores de la percepción del yo, y es a través de ellos que ambos personajes, James o Tony, pueden fusionarse parcial o íntimamente con los otros. Pero la diferencia entre ambos protagonistas de estos films radica en que, mientras “Tony” Wilson usa su nueva imagen como máscara, su identidad monogámica y represiva persiste. En cambio James debe usar una máscara o capucha para contener la fluidez de un yo deseante programado por su entorno. Esto lo vuelve ligeramente otro aunque su apariencia física permanezca “intacta”.

La ficción de un yo sin final, donde la verdad importa menos que la continuidad del deseo, es lo que hace del goce y la megalomanía un combustible casi infinito para todos los personajes de la trama. Eso sí, los psicópatas liderados por Gabi (una Mia Goth de alto impacto) pueden disociarse de la sucesión de crímenes cometidos y volver a sus vidas al concluir su viaje de placer.

Pero esto no es tan fácil para James, estancado en el trauma, en ese fluir incesante de la lluvia en torrente sobre el mar, invadiendo la piscina infinita abierta para él.

Lo que está de fondo en ambas películas es un siniestro negocio privado, que se monta sobre las instituciones y detrás de éstas, para suprimir cuerpos en función de sostener los privilegios de la clase dominante.

En “Seconds” el proyecto de Hamilton/Wilson fracasa, aunque el sistema progrese muy a su pesar. Pero en “Infinity Pool”, producto de los tiempos actuales donde el capitalismo es dios, el proyecto triunfa. 
De todas formas, ambos personajes pierden lo que tenían: la ficción consistente del yo. Uno por perder su cuerpo, el otro por la acumulación de sus restos.

Sin embargo “Infinity Pool” va más allá y revela que el verdadero espanto contemporáneo es el de mantener a toda costa la fluidez de un yo deseante. Uno que llega a sacrificar a otros cuerpos, aún cuando puedan tener incluso su misma apariencia y memoria. Ese proceso de aniquilación de “señuelos” va reprogramando la experiencia de los cuerpos en el desear infinitamente, más allá del colmo.

TETSUO (1989)

 LUZNEGRA proyecta: «TETSUO, el hombre de hierro» (1989) de Shinya Tsukamoto con entrada libre en @casajinete Bernardo de Irigoyen 1975, Quilmes.

Un film de culto rodado en 16mm en el que #Tsukamoto compromete su corporalidad en la escritura, la dirección e incluso en la actuación.
Tetsuo es una obra de una vigencia insoslayable, en el ápice vertiginoso del tiempo en que el hombre y la máquina se vuelven lo mismo.

X + PEARL (2022)

Con «X» y Pearl» de #TiWest en tándem comienza un ciclo de #cine raro, elegido por @santiagocaruso.art Consideradas como la mejor película de terror del 2022, ya que se hilan entre sí y se estrenaron ambas el mismo año, creemos que es un gran plan presentarlas en un #dobleprograma en pantalla y con buen sonido.

LUZNEGRA se proyecta este Viernes 24 de febrero 21hs y 23hs en @casajinete | entrada libre.

💡concepto, programación y diseño #SantiagoCaruso